Despues de estar todo el día en el tiro con arco, me dirigí a la Casa Grande para descansar un poco. Abrí la puerta, y me dirigí hacia mi dormitorio. Donde descansaría en paz, sin oír los gritos de nadie, ni flechas clavándose en cosas en forma redonda de paja. Me agotaba ese sonido, aunque adoraba el itro con arco.