Después de seguir todas sus huellas, me encontré enfrente de su cabaña. Empecé a dar golpes nerviosamente en la puerta.
-¡Nicole! ¡Nicole! ¡Sé que estás ahí! ¡¡Nicole!!- Nadie me habría, pero yo sabía que estaba ahí. Conocía desde hace poco a Nicole, pero ya sabía que era una cabezota.- Vale, si no me quieres abrir, pues me voy, adiós. - le dije, y me metí en mi cabaña.